2-61
Agosto 17, 1899
Jesús habla de la obediencia.
(1) Esta mañana, habiendo recibido la Comunión, estaba diciéndole a mi amable Jesús:
“¿Cómo es que esta virtud de la obediencia es tan impertinente y a veces tan fuerte, que llega
a volverse caprichosa?”
(2) Y Él: “¿Sabes por qué esta noble señora obediencia es como tú dices? Porque da muerte
a todos los vicios, y naturalmente alguien que debe hacer sufrir la muerte a otro debe ser fuerte,
valeroso, y si no lo logra con esto se sirve de las impertinencias y de los caprichos. Si esto es
necesario para matar el cuerpo que es tan frágil, mucho más para dar muerte a los vicios y a las
propias pasiones, que es tan difícil que muchas veces mientras parecen muertas, comienzan a
revivir de nuevo. He aquí el por qué esta diligente señora está siempre en movimiento y
continuamente está vigilando, y si ve que el alma pone la más mínima dificultad a lo que le es
mandado, entonces temiendo que algún vicio pueda comenzar a revivir en su corazón, le hace
tanta guerra y no le da paz hasta que el alma se postra a sus pies y adora en mudo silencio lo
que ella quiere; he aquí por qué es tan impertinente y casi caprichosa como tú dices. ¡Ah! sí, no
hay verdadera paz sin obediencia, y si parece que se goza de paz, es paz falsa, y digo parece,
porque va de acuerdo con las propias pasiones, pero jamás con las virtudes y se termina con
arruinarse, porque separándose de la obediencia se separan de Mí, que fui el Rey de esta noble
virtud. Además, la obediencia mata la propia voluntad y a torrentes vierte la Divina, tanto, que
se puede decir que el alma obediente no vive de su voluntad, sino de la Divina; ¿y se puede dar
vida más bella, más santa, que el vivir de la Voluntad de Dios mismo? Por eso, con las otras
virtudes, aun con las más sublimes, puede estar junto el amor propio, pero con la obediencia
jamás”.
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2-62
Agosto 18, 1899
Cómo la palabra de Dios no sólo es verdad, sino también luz.
(1) Viniendo esta mañana el amantísimo Jesús le he dicho: “Mi amado Jesús, yo creo que
todo lo que escribo son muchos disparates”.
(2) Y Jesús: “Mi palabra no sólo es verdad, sino también luz, y cuando una luz entra en un
cuarto oscuro, ¿qué hace? Disipa las tinieblas y hace descubrir los objetos que hay, feos o
bellos, si están en orden o en desorden, y del modo como se encuentra ese cuarto se juzga a la
persona que ocupa aquella habitación. Ahora, la vida humana es el cuarto oscuro, y cuando la
luz de la verdad entra en un alma, disipa las tinieblas, esto es, hace descubrir lo verdadero de
lo falso, lo temporal de lo eterno, así que arroja de sí los vicios y se mete al orden de las virtudes,
porque siendo mi luz santa, que es mi misma Divinidad, no podrá comunicar otra cosa que
santidad y orden, por lo tanto el alma siente salir de sí, luz de paciencia, de humildad, de caridad
y más. Si mi palabra produce en ti estas señales, ¿por qué temes?”
(3) Después de esto, Jesús me ha hecho oír que rogaba al Padre por mí, diciendo: “Padre
Santo, te pido por esta alma, haz que cumpla en todo perfectamente nuestra Santísima
Voluntad, haz oh Padre adorable que sus acciones estén tan conformadas con las mías, pero
en modo tal que no se puedan distinguir las unas de las otras, y así poder cumplir sobre ella lo
que he diseñado”.
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