la Pasión, y uno a uno los he quitado y los he puesto en mi corazón. Después, viéndolo aliviado,
he comenzado a acariciarlo y a besarlo y le he dicho: “Mi solo y único tesoro, ni siquiera me has
dejado ver la fiesta de nuestra Reina Madre, ni escuchar los primeros cánticos que le cantaron
los ángeles y los santos en el ingreso que hizo en el Paraíso”.
(10) Y Jesús: “El primer canto que hicieron a mi Mamá fue el Ave María, porque en el Ave
María están las alabanzas más bellas, los honores más grandes, y se le renueva el gozo que
tuvo al ser hecha Madre de Dios, por eso, recitémosla juntos para honrarla y cuando tú vengas
al Paraíso te la haré encontrar como si la hubieras dicho junto con los ángeles aquella primera
vez en el Cielo”.
(11) Y así hemos recitado la primera parte del Ave María juntos. ¡Oh, cómo era tierno y
conmovedor saludar a nuestra Mamá Santísima junto con su amado Hijo! Cada palabra que Él
decía, llevaba una luz inmensa en la cual se comprendían muchas cosas sobre la Virgen
Santísima, ¿pero quién puede decirlas todas? Mucho más por mi incapacidad, por eso las paso
en silencio.
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2-60
Agosto 16, 1899
Continúa haciendo de mamá a Jesús.
(1) Jesús continúa queriendo que le haga de mamá, y haciéndose ver como graciosísimo
niñito lloraba, y para calmarle el llanto, teniéndolo entre mis brazos he comenzado a cantar, y
sucedía que cuando yo cantaba cesaba de llorar, y cuando no, volvía a llorar. Yo hubiera querido
dejar en el silencio lo que cantaba, primero porque no lo recuerdo todo, pues estando fuera de
mí misma difícilmente recuerdo todas las cosas que pasan, y también porque creo que son
desatinos, pero la señora obediencia, siendo demasiado impertinente no me lo quiere conceder;
basta con que se haga como ella quiere, se contenta aunque sean desatinos. Yo no sé, se dice
que esta señora obediencia es ciega, pero a mí me parece más bien que es toda ojos, porque
mira hasta las mínimas cosas, y cuando no se hace como ella dice, se vuelve tan impertinente
que no te da paz. Así que para tener paz de parte de esta bella señora obediencia, porque
además es tan buena cuando se hace como ella dice, que todo lo que se quiere, por medio suyo
se obtiene, por eso me dispongo a decir lo que recuerdo que cantaba:
(2) Niñito, eres pequeño y fuerte,
de Ti espero todo consuelo;
niñito gracioso y bello,
Tú enamoras aun a las estrellas;
niñito, róbame el corazón
para llenarlo de tu amor;
niñito tiernito,
hazme a mí niñita;
niñito, eres un Paraíso,
¡ah! hazme ir
a divertirme en la eterna sonrisa.
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