(4) “Esta es la sed que grité en la cruz, porque no pudiendo satisfacerla completamente
entonces, me complazco en apagarla en las almas de mis amados que sufren. Por lo tanto,
sufriendo, vienes a dar un alivio a mi sed”.
(5) Volviendo otras veces a rogarle que liberase al confesor porque sufría, me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿no sabes tú que la marca más noble que puedo imprimir en mis amados hijos
es la cruz?”
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2-50
Julio 30, 1899
Sobre la caridad y sobre la estima de la palabra de Jesús.
(1) Continua casi siempre lo mismo. Esta mañana, transportándome Jesús según su
costumbre fuera de mí misma, hemos pasado en medio de mucha gente, y la mayor parte de
ellas estaban atentas a juzgar las acciones de los demás, sin mirar las propias, y mi amado
Jesús me ha dicho:
(2) “El medio más seguro para ser recto con el prójimo es no mirar en absoluto lo que hacen,
porque mirar, pensar y juzgar es lo mismo, además, mirando al prójimo vienes a defraudar la
propia alma, por lo que sucede que no se es recto ni consigo mismo, ni con el prójimo, ni con
Dios”.
(3) Después de esto le he dicho: “Mi único Bien, ya hace tiempo que no me has dado ni
siquiera un beso”. Y así nos hemos besado. Y queriéndome casi corregir ha agregado:
(4) “Hija mía, lo que te recomiendo es conservar y estimar mis palabras, porque mi palabra es
eterna y santa como Yo mismo, y conservándola en tu corazón y aprovechándola, tendrás tu
santificación y por ello recibirás en recompensa un esplendor eterno, producido por mi palabra;
haciendo de otra manera tu alma recibirá un vacío y quedarás deudora de Mí”.
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2-51
Julio 31, 1899
(Sin título)
(1) Jesús ha venido esta mañana, pero siempre en silencio, yo estaba contentísima por tener
a mi tesoro Jesús, porque teniéndolo a Él tenía todos mis contentos, al verlo comprendía muchas
cosas de su belleza, de su bondad y demás, pero como era todo por medio de la inteligencia y
por vía de comunicación intelectual, por eso la boca no sabe expresar nada, por eso mejor hago
silencio.
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