(2) Después se ha dirigido a mí y me ha dicho: “La cruz comunica tal resplandor al alma, de
volverla transparente y así como cuando un objeto es transparente se le pueden dar todos los
colores que se quiera, así la cruz, con su luz da todos los lineamientos y formas más bellas que
jamás se puedan imaginar, no sólo por los demás sino también por la misma alma que los
experimenta. Además de esto, en un objeto transparente enseguida se descubre el polvo, las
pequeñas manchas y hasta cualquier oscurecimiento; así es la cruz, como hace transparente al
alma, enseguida le descubre los pequeños defectos, las mínimas imperfecciones, tanto que no
hay mano maestra más hábil que la cruz, para tener al alma preparada para volverla digna
habitación del Dios del Cielo”.
(3) ¿Quién puede decir lo que he comprendido de la cruz y cuán envidiable es el alma que la
posee?
(4) Después de esto me ha transportado fuera de mí misma y me he encontrado sobre una
escalera altísima, bajo la cual había un precipicio y por añadidura los escalones de esta escalera
eran movibles y tan estrechos que apenas se podía apoyar la punta de los pies; lo que más daba
terror era el precipicio y el no poder encontrar apoyo de ningún tipo, y queriéndose aferrar de
los escalones, estos se caían junto; el ver que casi todas las demás personas se caían infundía
escalofrío en los huesos; sin embargo no se podía evitar el pasar por aquella escalera. Entonces
lo he intentado, pero en cuanto subí dos o tres escalones, viendo el gran peligro que corría de
caer en el abismo, he comenzado a llamar a Jesús para que viniera en mi ayuda, entonces, sin
saber cómo, he encontrado a Jesús junto a mí y me ha dicho:
(5) “Hija mía, esto que tú has visto es el camino que recorren todos los hombres en esta tierra;
los escalones móviles, sobre los que no pueden apoyarse para tener un sostén, son los apoyos
humanos, las cosas terrenas, que queriéndose apoyar sobre ellas, en vez de darles una ayuda
les dan un empujón para precipitarse más pronto en el infierno. El medio más seguro es el
caminar casi volando, sin apoyarse sobre la tierra, a fuerza de los propios brazos, con los ojos
en sí mismos, sin mirar a los demás y también teniéndolos todos atentos a Mí para tener ayuda
y fuerza, así se podrá fácilmente evitar el precipicio”.
+ + + +
2-49
Julio 28, 1899
La vida humana es un juego. También Jesús juega.
(1) Esta mañana mi adorable Jesús ha venido con un aspecto admirable y misterioso, traía en
el cuello una cadena que pendía sobre todo el pecho, por una parte se veía como un arco, por
la otra parte de la cadena como una aljaba llena de piedras preciosas y de gemas, que era uno
de los más bellos adornos al pecho de mi dulce Jesús y con una lanza en la mano. Mientras
estaba en este aspecto me ha dicho:
(2) “La vida humana es un juego: quién juega el placer, quién el dinero y quién la propia vida,
y tantos otros juegos que hacen. También Yo me deleito de jugar con las almas, ¿pero cuáles
son estos juegos que hago? Son las cruces que envío, si las reciben con resignación y me lo
agradecen, Yo me recreo y juego con ellas, complaciéndome inmensamente, recibiendo por ello
gran honor y gloria y a ellas les hago hacer grandes adquisiciones”.
(3) En el acto de decir esto ha comenzado a tocarme con la lanza, con el arco, y con la aljaba,
y todas aquellas piedras preciosas que contenía la aljaba salían y se cambiaban en tantas cruces
y saetas que herían a las criaturas. Algunas, pero en número muy escaso, se alegraban, las
besaban y se lo agradecían, y venían a formar un juego con Jesús; otras las tomaban y se las
arrojaban en la cara a Jesús, ¡oh, cómo quedaba afligido y qué gran pérdida tenían esas almas!
Después Jesús ha agregado:
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