ya nada más. Esto dice que no es mi Voluntad la que predomina, sino la de ellas. Créeme
entonces hija mía, han equivocado el camino, porque cuando veo que en verdad quieren
amarme, tengo tantos modos de poder dar mi Gracia”.
(5) Cuánta pena daba ver sufrir a Jesús por este tipo de gente. He buscado compadecerlo por
cuanto he podido y así ha terminado.
+ + + +
2-24
Mayo 19, 1899
La humildad da la seguridad de los favores celestiales.
(1) Esta mañana sentía temor que no fuera Jesús sino el demonio que me quería engañar.
Entonces Jesús ha venido y viéndome con este temor me ha dicho:
(2) “La humildad es la seguridad de los favores celestiales. La humildad viste al alma de tal
seguridad, que las astucias del enemigo no penetran dentro. La humildad pone a salvo todas
las gracias celestiales, tanto, que donde veo la humildad hago correr abundantemente cualquier
clase de favores celestiales. Por eso no quieras inquietarte por esto, sino con ojo simple mira
siempre en tu interior si estás investida por la bella humildad, y de todo lo demás no te
preocupes”.
(3) Después me ha hecho ver muchas personas religiosas, y entre ellas, sacerdotes, también
de santa vida, pero por cuan buenos fueran, no había en ellos ese espíritu de simplicidad para
creer en las tantas gracias y en los tantos diversos modos que el Señor tiene con las almas. Y
Jesús me ha dicho:
(4) “Yo me comunico a los humildes y a los sencillos porque pronto creen en mis gracias y las
tienen en gran estima, aunque sean ignorantes y pobres; pero con estos otros que tú ves Yo soy
muy reacio, porque el primer paso que acerca el alma a Mí es el creer; entonces sucede que
estos, con toda su ciencia, doctrina y hasta santidad, no prueban nunca un rayo de luz celestial,
esto es, caminan por el camino natural y jamás llegan a tocar ni siquiera por un momento lo que
es sobrenatural. Ésta es también la causa de por qué en el curso de mi vida mortal no hubo ni
siquiera un docto, un sacerdote, un poderoso en mi seguimiento, sino todos ignorantes y de baja
condición, porque mientras más humildes y simples, son también más fáciles a hacer grandes
sacrificios por Mí”.
+ + + +
2-25
Mayo 23, 1899
Jesús bromea y habla del verdadero desapego.
(1) Esta vez mi adorable Jesús quería jugar un poco; venía, hacía ver que me quería escuchar,
pero mientras me ponía a hablar, como un rayo desaparecía. ¡Oh Dios, qué pena! Mientras mi
corazón nadaba en esta pena amarguísima de la lejanía de Jesús y estaba casi un poco inquieto,
Jesús ha regresado de nuevo diciéndome:
(2) “¿Qué hay, qué hay? ¡Más tranquila, más calmada! Di, di, ¿qué quieres?”
(3) Pero en el momento de responderle ha desaparecido. Yo hacía cuanto podía para
calmarme, pero qué, después de algún tiempo mi corazón volvió a no saber darse paz sin su
único y solo consuelo y quizá más que antes. Jesús volviendo de nuevo me ha dicho: