(4) “Quiero que tengas plena confianza con el confesor, aun en las mínimas cosas, tanto que
entre Yo y él no debe haber diferencia alguna, porque en la medida de tu confianza y de la fe
que des a sus palabras, así concurriré Yo”.
(5) En el momento que Jesús decía estas palabras me acordé de ciertas tentaciones del
demonio que habían producido en mí un poco de desconfianza, pero Jesús con su ojo vigilante,
de inmediato me ha tomado nuevamente junto a Sí, y en ese mismo instante me sentí quitar de
mi interior esa desconfianza. Sea siempre bendito el Señor, que tiene tanto cuidado de esta
alma tan miserable y pecadora.
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2-19
Mayo 6, 1899
Luisa busca a Jesús entre los ángeles.
(1) Esta mañana a duras penas se ha hecho ver Jesús, mi mente la sentía tan confundida que
casi no comprendía la pérdida de Jesús, en ese momento me sentí circundada de muchos
espíritus, tal vez eran ángeles, pero no sé decirlo con seguridad. Mientras me encontraba en
medio de ellos, de vez en cuando me ponía a indagar, pues, ¿quién sabe? A lo mejor pudiera
oír el aliento de mi amado, pero por más que hacía no advertía nada que indicara que ahí
estuviera mi amante Bien. Cuando de repente, de atrás de mi espalda he sentido venir un aliento
dulce, súbito he gritado: “¡Jesús, mi Señor!”
(2) Él respondió: “Luisa, ¿qué quieres?”
(3) “Jesús, hermoso mío, ven, no estés atrás de mi espalda porque no puedo verte, estuve
toda esta mañana esperándote e indagando, pues a lo mejor hubiera podido verte en medio de
estos espíritus angélicos que rodeaban la cama, pero no he tenido éxito, por esto me siento muy
cansada, porque sin Ti no puedo encontrar reposo, ven para reposar juntos”. Así Jesús se ha
puesto junto a mí y me sostenía la cabeza. Aquellos espíritus han dicho: “Señor, qué
rápidamente te ha conocido, no por la voz, sino que con el solo aliento pronto te ha llamado”.
(4) Jesús les respondió: “Ella me conoce a Mí y Yo la conozco a ella. Me es tan querida, como
me es querida la pupila de mis ojos”.
(5) Y mientras así decía me he encontrado en los ojos de Jesús. ¿Quién puede decir lo que
he sentido estando en aquellos ojos purísimos? Es imposible manifestarlo con palabras, los
mismos ángeles han quedado sorprendidos.
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2-20
Mayo 7, 1899
De la pureza de intención y la verdadera caridad.
(1) Mientras que en el día he hecho la meditación, Jesús continuaba haciéndose ver junto a
mí y me ha dicho:
(2) “Mi persona está circundada por todas las obras que hacen las almas como por un vestido,
y a medida de la pureza de intención y de la intensidad del amor con el cual se hacen, así me
dan más esplendor, y Yo daré a ellas más gloria, tanto que en el día del juicio las mostraré a
todo el mundo para hacer conocer el modo como me han honrado mis hijos y el modo como Yo
los honro a ellos”.
(3) Luego, tomando un aire más afligido ha agregado: