(4) “No temas, que no te dejo, esta mañana quiero contentarte, ven a estarte Conmigo en la
custodia”.
(5) Y los dos nos retiramos en la custodia. ¿Quién puede decir lo que hicimos? Ahora me
besaba y yo a Él, ahora yo me reposaba en Él y Jesús en mí, ahora veía las ofensas que recibía,
y yo hacía actos de reparación por las diferentes ofensas. ¿Quién puede decir la paciencia de
Jesús en el Sacramento? Es tal y tanta que da terror el solo pensarlo. Pero mientras estaba
haciendo esto, Jesús me hizo ver al confesor que venía a llamarme en mí misma y me ha dicho:
(6) “Basta por ahora, ve, que la obediencia te llama”.
(7) Y así me parecía que mi alma regresaba al cuerpo, y en efecto el confesor me llamaba a
la obediencia.
+ + + +
Jesús dice a Luisa: Tú eres mi tabernáculo, es más,
me siento más contento en ti porque te participo mis penas.
2-13
Abril 12, 1899
(1) Hoy, sin hacerme esperar tanto, Jesús ha venido pronto y me ha dicho:
(2) “Tú eres mi tabernáculo; para Mí es lo mismo estar en el sacramento que en tu corazón,
es más, en ti se encuentra otra cosa de más, que es el poderte participar mis penas y tenerte
junto Conmigo como víctima viviente ante la divina justicia, lo que no encuentro en el
Sacramento”.
(3) Y mientras decía estas palabras se encerró dentro de mí. Estando en mí Jesús me hacía
sentir ahora las pinchaduras de las espinas, ahora los dolores de la cruz, los afanes y los
sufrimientos del corazón. En torno a su corazón veía un trenzado de puntas de hierro que hacía
sufrir mucho a Jesús. ¡Ah! Cuánta pena me daba verlo sufrir tanto, hubiera querido sufrir todo
yo antes que hacer sufrir a mi dulce Jesús, y de corazón le pedía que a mí me diera las penas,
a mí el sufrir. Entonces Jesús me dijo:
(4) “Hija, las ofensas que más traspasan mi corazón son las Misas dichas sacrílegamente, y
las hipocresías”.
(5) ¿Quién puede decir lo que comprendí en estas dos palabras? A mí me parece que
externamente se hace ver que se ama, se alaba al Señor, pero internamente se tiene el veneno
listo para matarlo; externamente se hace ver que se quiere la gloria, el honor de Dios, pero
internamente se busca el honor, la estima propia. Todas las obras hechas con hipocresía, aun
las más santas, son obras todas envenenadas que amargan el corazón de Jesús.
+ + + +
2-14
Abril 16, 1899
Jesús quiere girar junto con Luisa y le hace ver como es tratado por las almas.
(1) Estando en mi habitual estado, Jesús me invitó a girar para ver qué cosa hacían las
criaturas. Yo le dije: “Mi adorable Jesús, esta mañana no tengo ganas de girar y ver las ofensas
que te hacen, estémonos aquí los dos juntos”. Pero Jesús insistía en que quería girar, entonces
para contentarlo le dije: “Si quieres salir, vamos, pero vamos dentro de alguna iglesia, pues ahí
son pocas las ofensas que te hacen”.
(2) Y así hemos ido dentro de una iglesia, pero también ahí era ofendido, y más que en otros
lugares, no porque en las iglesias se hagan más pecados que en el mundo, sino porque son
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