Termino de la novena de navidad.
Las 7 meditaciones restantes de la novena de navidad.
(39) Ahora, para obedecer regreso a decir lo que dejé en la página 6 de este primer volumen,
esto es, la novena de Navidad, en que de la segunda meditación pasaba a la tercera y una voz
interior me decía:
(40) 3º.- “Hija mía, apoya tu cabeza sobre el seno de mi Mamá, mira dentro de él a mi
pequeña Humanidad, mi Amor me devoraba, los incendios, los océanos, los mares inmensos
del Amor de mi Divinidad me inundaban, me incineraban, levantaban tan alto sus llamas que se
elevaban y se extendían por doquier, a todas las generaciones, desde el primero hasta el último
hombre y mi pequeña Humanidad era devorada en medio de tantas llamas, ¿pero sabes tú qué
cosa me quería hacer devorar mi Eterno Amor? ¡Ah, a las almas! Y sólo estuve contento cuando
las devoré todas, quedando todas concebidas Conmigo, era Dios, debía obrar como Dios, debía
tomarlas a todas; mi Amor no me habría dado paz si hubiera excluido a alguna. Ah hija mía, mira
bien en el seno de mi Mamá, fija bien los ojos en mi Humanidad recién concebida y en Ella
encontrarás a tu alma concebida Conmigo, y también las llamas de mi Amor que te devoraron.
¡Oh, cuánto te he amado y te amo!”.
(41) Yo me perdía en medio a tanto amor, no sabía salir de ahí, pero una voz me llamaba
fuerte diciéndome:
(42) “Hija mía, esto es nada aún, estréchate más a Mí, dale tus manos a mi amada Mamá
a fin de que te tenga estrechada sobre su seno materno, y tú da otra mirada a mi pequeña
Humanidad concebida y mira el cuarto exceso de mi Amor”.
(43) 4º.- “Hija mía, del amor devorante pasa a mirar mi Amor obrante. Cada alma concebida
me llevó el fardo de sus pecados, de sus debilidades y pasiones, y mi Amor me ordenó tomar el
fardo de cada uno, y no sólo concebí a las almas, sino las penas de cada una, las satisfacciones
que cada una de ellas debía dar a mi Celestial Padre. Así que mi Pasión fue concebida junto
Conmigo. Mírame bien en el seno de mi Celestial Mamá. Oh cómo mi pequeña Humanidad era
desgarrada, mira bien como mi pequeña cabecita está circundada por una corona de espinas,
que ciñéndome fuerte las sienes me hace derramar ríos de lágrimas de los ojos, y no puedo
moverme para secarlas. Ah, muévete a compasión de Mí, sécame los ojos de tanto llanto, tú
que tienes los brazos libres para podérmelo hacer, estas espinas son la corona de los tantos
pensamientos malos que se agolpan en las mentes humanas, oh, como me pinchan más estos
pensamientos que las espinas que produce la tierra, pero mira qué larga crucifixión de nueve
meses, no podía mover ni un dedo, ni una mano, ni un pie, estaba aquí siempre inmóvil, no
había lugar para poderme mover un poquito, qué larga y dura crucifixión, con el agregado de
que todas las obras malas, tomando forma de clavos, me traspasaban manos y pies
repetidamente”. Y así continuaba narrándome pena por pena todos los martirios de su pequeña
Humanidad, y que quererlas decir todas sería demasiado extenso. Entonces yo me abandonaba
al llanto, y oía decir en mi interior:
(44) “Hija mía, quisiera abrazarte pero no lo puedo hacer, no hay espacio, estoy inmóvil, no
lo puedo hacer; quisiera ir a ti pero no puedo caminar. Por ahora abrázame y ven tú a Mí,
después cuando salga del seno materno iré Yo a ti”.
(45) Pero mientras con mi fantasía me lo abrazaba, me lo estrechaba fuertemente a mi
corazón, una voz interior me decía:
(46) “Basta por ahora hija mía, y pasa a considerar el quinto exceso de mi Amor”.
(47) 5º.- Entonces la voz interior seguía: “Hija mía, no te alejes de Mí, no me dejes solo, mi
Amor quiere compañía, este es otro exceso de mi Amor el no querer estar solo. ¿Pero sabes tú
de quién quiere esta compañía? De la criatura. Mira, en el seno de mi Mamá, Conmigo están
todas las criaturas concebidas junto Conmigo. Yo estoy con ellas todo amor, quiero decirles
cuánto las amo, quiero hablar con ellas para decirles mis alegrías y mis dolores, para decirles
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