obligada a devolverlo, y permanecía con la misma hambre de antes. La palabra “pobre” que
Jesús me había dicho no me dejaba atreverme a pedir nada, y yo misma tenía vergüenza de
pedir; pensaba entre mí: “¿Qué dirá la familia, ha vuelto el estómago y quiere comer? Si me dan
alguna cosa la tomo, si no, el Señor se ocupará”. Así me la pasaba contenta de poder ofrecer
alguna cosa a mi amado Jesús. Esto no duró mucho tiempo, sino aproximadamente cuatro
meses. Un día el Señor me dijo:
(170) “Pide al confesor que te dé la obediencia de no tomar quinina y de no hacerte tomar
el alimento tantas veces, que Yo le daré luz”.
(171) Después vino el confesor y se lo dije, y él me dijo: “Para no mostrar singularidades,
de ahora en adelante quiero que tomes el alimento una sola vez al día, y suspendió también la
quinina”. Así quedé más tranquila y se me pasó el hambre, pero el vómito no cesó, esa única
vez que tomaba el alimento era obligada a devolverlo, el Señor a veces me decía que pidiera la
obediencia de no comer, pero el confesor no me ha dado jamás esta obediencia, me decía: “No
importa que vomites, es otra mortificación”.
(172) Yo entonces se lo decía al Señor y Él me decía: “Quiero que hagas la petición, pero
con santa indiferencia, quiero que estés a lo que te dice la obediencia”.
(173) Y así continué haciéndolo. Cuando hubieron pasado cerca de cuarenta días, que yo
consideraba por las palabras que me había dicho el Señor (por un cierto tiempo) y que yo así
había dicho al confesor, los sufrimientos continuaban sorprendiéndome diariamente y él se veía
obligado a venir todos los días, entonces el confesor empezó a darme la obediencia de no deber
estar más en aquel estado, y agregaba que si caía en los sufrimientos, él no vendría. Por mi
parte me sentía dispuesta a obedecer, especialmente mi naturaleza quería liberarse de aquel
estar continuamente en la cama, que por cuán bello fuera, era siempre cama, aquél tener que
sujetarse a todos, aun en las cosas más repugnantes y necesarias a la naturaleza, y estar
obligada a decirlas a los demás es un verdadero sacrificio. Por eso la naturaleza hizo su oficio,
toda se consoló al sentirse dar esta obediencia, mi alma estaba dispuesta a obedecer o a
permanecer en cama si el Señor así lo quería, porque había empezado a experimentar cuán
bueno había sido el Señor conmigo y que la verdadera resignación sabe cambiar la naturaleza
a las cosas y lo amargo lo convierte en dulce.
(174) Cuando me dio la obediencia de no tener que estar más en la cama, yo comencé a
resistir y decía al Señor: “¿Qué quieres de mí? No puedo más, porque la obediencia no quiere,
pero si Tú quieres dale luz al confesor entonces yo estoy dispuesta a hacer lo que quieres”. Y
pasé toda una noche discutiendo con el Señor; cuando venía le decía: “Mi amado Jesús, ten
paciencia, no vengas, porque la obediencia no permite que me hagas participar en tus
sufrimientos”. Hasta en la mañana yo vencí, me sentía en mí misma y libre de sufrimientos,
cuando en un instante vino el Señor y me atrajo de tal manera a Él que no pude resistirle, perdí
los sentidos, y me encontré junto con Él, pero tan estrechada que por cuanta oposición hacía,
no pude separarme de Jesús. Estando con Jesús yo me sentía toda aniquilada, y tenía una
cierta vergüenza por las tantas oposiciones que le había hecho durante la noche, y le dije:
“Esposo Santo perdóname, es el confesor que así lo quiere”. Y Él me dijo:
(175) “No temas, cuando es la obediencia Yo no me ofendo”. Y continuó: “Ven, ven a Mí,
hoy es año nuevo, quiero darte tu regalo”.
(176) (Justo aquella mañana era el primer día del año). Entonces acercó sus purísimos
labios a los míos y vertió una leche dulcísima, me besó, y tomó un anillo de dentro de su costado,
y me dijo:
(177) “Hoy quiero hacerte ver el anillo que te he preparado para cuando te despose”.
Después me dijo: “Dile al confesor que es Voluntad mía que continúes estando en la cama, y
como señal de que soy Yo dile que hay guerra entre Italia y África, y que si él te da la obediencia
de hacerte continuar sufriendo no dejaré hacer nada a ambas partes, se pondrán en paz”.